Guirandana de Lay habitaba en Villanúa, pero en el proceso no se indica su lugar de nacimiento. Aunque por la toponimia de su apellido, podría ser de origen bearnés. De hecho eran muchos los bearneses afincados en Aragón, y no pocos de ellos (casi siempre mujeres) juzgados por brujería y hechicería. También gracias a este proceso conocemos un único pariente, su madre, Vicienta, cómplice de sus crímenes.
El proceso se inicia el 12 de marzo de 1461, ordenándose su “busca y captura”, hecho que tiene lugar al día siguiente en Villanúa, siendo la acusada trasladada a Jaca donde se le exponen los cargos de los que se le acusa:
- En diciembre de 1460, en el molino harinero de Villanúa, dio pan mezclado con hierbas venenosas a la niña de 11 años de edad, Agnes, hija de Blas de Acín, cayendo ésta semimuerta y extinguiéndose su vida poco después.
- En septiembre de 1460 dio hierbas mortíferas a Sancha, hija de Sancho Latorre mientras estaban en unas viñas de Villanúa. Sancha quedó moribunda sin esperanza de recuperación.
- En marzo de 1460 fue a casa de Bertrana, mujer de Rodrigo La Cambra, y la visitó en su telar, donde tras una discusión le pasó unos polvos por la boca que le hicieron caer al suelo agonizante sin remedio.
- En enero de 1461 envenenó a Gracica, nieta de Sancho Acín, uno de los siete acusadores. Al pasar la niña por delante de la puerta de la casa de Guirandana, ésta le dio algo para comer mezclado con hierbas mortíferas. Gracica cayó al suelo y murió a continuación.
- Otro día de enero de 1461, Guirandana dio una poción venenosa a María, hija de Esteban D’Osán. Se le infló el vientre y murió emponzoñada.
- En mayo de 1458 fue a ver a Sancha Ximénez, Mujer de Sancho Bescós, y junto a una acequia le untó la boca con agua mezclada con polvos mortíferos. De ello enfermó y murió.
- En septiembre de 1457 dio una pócima venenosa en una manzana a Blasquico Callizo, hijo de Sancho Callizo, uno de los acusadores. Murió envenenado.
- También en septiembre de 1457 dio pociones venenosas en un cuarto de manzana a Gil D’Acín, hijo de Blasco D’Acín. También murió. En este caso acusan de complicidad a su madre Vicienta.
- Se le acusa de que fue y es ponzoñera, mala y perversa confirmándolo así diecisiete personas en el lugar de Villanúa. Y fue y es mujer de mala fama en voz pública en la ciudad de Jaca, Villanúa y allí donde había noticia de ella, considerándole la líder “cap e bordon” de las ponzoñeras.
- Se le acuse de haberse jactado y de alabar sus acciones, como corroboraban muchos hombres del lugar.
Por consiguiente el fiscal pidió al juez que la acusada fuese quemada en la hoguera y obligada a pagar los gastos del juicio mediante el embargo de sus bienes.
Los días 13 y 14 de marzo se le realiza el primer interrogatorio a la acusada. En un primer momento se declara inocente, pero ante las preguntas del Lugarteniente del Justicia acaba reconociendo sólo el envenenamiento de Gil D'Acín, aunque con la ayuda de otras, especialmente de su madre Vicienta. También acaba declarando y nombrando al resto de ponzoñeras y ponzoñeros que le acompañaban: Sancha Fatás, el matrimonio Betrán y Andrea, Peregrina la viuda, Graciana de Beneduges y su hija Contessa, María de Pes de La Cura, y su propia madre Vicienta.
El 24 de marzo de 1461 el Notario Martín de Rayza, comunicó los cargos a Guirandana por petición del procurador fiscal, y ella encomendó su alma a Dios y a la Virgen María. También se hizo una tasación de las costas del juicio que sumaron 83 sueldos, 4 dineros y 15 florines. El lugarteniente del Justicia de Jaca ordenó ejecutar el embargo de los bienes de la acusada para satisfacerlas.
En el proceso criminal a Guirandana de Lay no consta la ejecución de la sentencia, pero es de imaginar que sería quemada en Jaca.
Posteriormente en 1498 la Inquisición de Zaragoza procesó, condenó y quemó por delitos de brujería a Narbona d’Arcal de Cenarbe (aldea de Villanúa). Más tarde la Justicia seglar (civil) aragonesa procesó por el delito de brujería y hechicería a varias mujeres de Villanúa: Juana Sánchez (1575), Juana La Cura (1590) y Monserrat Mayayo (1590).
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